Asegurarse de cumplir con la legislación vigente en cuanto a seguridad, accesibilidad y eficiencia energética. 

Solicitar los permisos necesarios (licencias de obra,). 

Mejorar el aislamiento térmico y acústico (fachadas, ventanas, techos). 

Implementar sistemas de energía renovable (paneles solares, bombas de calor). 

Modernizar instalaciones eléctricas e iluminación para reducir el consumo energético. 

Optimizar el uso del espacio, adaptándolo a las necesidades actuales (derribo de tabiques, creación de espacios abiertos). 

Mejorar la iluminación natural y la ventilación. 

Renovar las instalaciones de agua y desagüe si son obsoletas o están en mal estado. 

Considerar la instalación de sistemas de ahorro de agua. 

Utilizar materiales sostenibles y reciclables en la rehabilitación (maderas certificadas, pinturas ecológicas). 

Minimizar el impacto ambiental durante la obra. 

Adaptar la vivienda para facilitar el acceso a personas con movilidad reducida (rampas, ascensores, ensanchamiento de puertas).

Reforzar o reparar estructuras (cimientos, vigas, techos) en mal estado para garantizar la estabilidad de la vivienda.

Renovar acabados (pintura, suelos, carpintería) para mejorar el aspecto visual y la calidad de vida. 

Crear un diseño interior más moderno y funcional, adaptado al estilo de vida de los ocupantes.